Los pueblos de habla celta habitaban gran parte de Europa y Asia menor más de 3.000 años, desde 1.400 a. C hasta la actualidad. A pesar de que pertenecían a una raza común, los celtas se organizaban en grupos tribales y no estaban unidos políticamente.
Hacia el siglo VI a. C se habían extendido desde la que muy probablemente fue su tierra natal (Alemania occidental y central) hasta gran parte del oeste y el norte de Europa, y con posterioridad al Reino Unido y a irlanda. A finales del milenio habían alcanzado el este del mar Negro, Ucrania y el oeste de Turquía.
Las lenguas celtas de las que tenemos constancia se dividen en dos familias: el celta continental y el insular.
A diferencia e otras culturas antiguas, como la egipcia o la griega, los celtas no dejaron documentos escritos. No obstante, la mayor parte de lo que sabemos de los antiguos celtas como consecuencia de la guerra o la religión.
La sociedad se dividía en nobles (caballeros), druidas (sacerdotes), bardos (narradores), plebeyos o libertos, y esclavos. Todo parece indicar que las mujeres, al menos las aristócratas desempeñaban un papel activo en la sociedad.
